Análisis de Battletoads - 2020

Debe ser muy duro para una serie de videojuegos soportar el paso del tiempo, y aún más lograr volver de la tumba cuando ya gran parte de la masa crítica no te conoce. Muchos lo han intentado, y con las mismas han fracasado, pero este llamativo beat'em up de Rare, para muchos uno de los más difícil y traicioneros de los 80 y los 90, no va a caer en el mismo saco. el Battletoads de Dlala Studios ha pasado la prueba.

Aunque lleva el nombre del original, empieza la historia por donde la dejó. Estos tres héroes con forma de sapo musculoso descubren que han estado atrapados en un búnker de simulaciones durante los últimos 26 años (tantos como hace que no se estrena un juego de la serie), viviendo ahí sus sueños más salvajes. De vuelta a la realidad, descubren que ya nadie les conoce y están anclados en unos bolos del pasado. Deprimidos, dan con un plan magistral para volver a la cima: derrotar a su vieja némesis. Y, por supuesto, sale todo fatal.

Como en el pasado, a la base de golpes y tortas que forma su gameplay, se le van añadiendo otros elementos como conducción, plataformas y minijuegos bobos. Hay pantallas en las que tendrás avanzar a través de hordas de enemigos combatiendo, sin olvidar que es un formato 2D que te planta cara. Los malos pueden ser cualquier cosa, desde guardas de seguridad de la edad espacial a creaciones fallidas de cierta Reina malvada. Pero donde más brilla su capacidad de lucha es contra esos jefes finales, tan chungos como espléndidos.

El primero con el que te das de bruces una vez que vuelves al búnker es al cerdo punk Porkshank, que va a poner todo de su parte para aguarte la fiesta. No solo tiene golpes de embestida y combos sencillos, que es lo que uno esperaría de un personaje así, también aplica una magia de duplicación. No es muy difícil, pero sí sirve para hacerse una idea de la tónica general del nuevo Battletoads de Xbox One y PC.

La sección de carreras sobre motos planeadoras es una muestra de la evolución con los tiempos, pues se compite con vista trasera y no lateral. Quienes recuerden las secciones de plataformas del pasado, como esos momentos de rappel tan peligrosos, cabe decir que sigue habiendo fases en las que no hay enemigos y todo va de habilidad a los mandos. Pero que nadie se sienta seguro porque los escenarios son tan dañinos o más. Seguimos enumerando, pues también hay unas fases de naves espaciales con vista cenital que se juegan como shooter twin-stick.

La variedad de situaciones es uno de sus puntos fuertes y evita que te canses de machacar botones sin parar. Y nos hemos dejado lo mejor para el final, que son los minijuegos. Dlala Studio se lo ha tomado a broma y ha puesto objetivos y temas absurdos, como por ejemplo el Toad Sham Bo!, que es un piedra, papel, tijera de este universo o una especie de sapo-olimpiadas totalmente random. Esto de calificarlo de aleatorios no es mentira, es que cada vez salen por un sitio y ya no sabes si reír o llorar. En serio, son para desternillarse. Además, están integrados con muchísima soltura, porque vienen y van sin robarte ni un segundo y por el camino te dejan un chute de adrenalina que te sirve para seguir con el modo historia.

Que arremoline tantos estilos de juego es fabuloso, pero la verdadera razón por la que triunfa es su guión, el pegamento que lo une todo. No recuerdo la última vez que me reí tanto jugando. No solo solo una ristra de chistes malos puestos ahí para llamar la atención, son las punzadas y bromas que va soltando cada dos por tres contra sí mismo, especialmente contra su edad. Battletoads es tan, tan divertido.

Para que la partida no se haga monótona y ponerle algo más de sabor al acabar la partida, el estudio ha incluido unas misiones extra a las que lanzarse en busca de coleccionables. Pueden estar en cualquier sitio, a plena vista o camuflados tras un puzle que no se resuelve solo. Además, la mayoría de las pantallas también ofrece un reto contrarreloj que tiene como recompensa otro desbloqueable. Todo esto viene como parche a otro problema, y es que te puedes acabar el nuevo Battletoads en dificultad media en unas pocas horas. Un vicio de los beat'em up que estamos viendo en otros clásicos traídos al presente como Streets of Rage 4.

La cosa es que esta entrega no es tan puñetera como lo fueron los de NES y SNES. Hay algunas situaciones que se complican un poco más y también hay tres niveles de dificultad entre los que escoger, pero lo único que ofrece el mayor de todos es que los sapos son más vulnerables. Pero como solo hay combate en la mitad de la partida, no tiene ese efecto prologandor que puede aportar la dureza de otros juegos.

Por otra parte, lo que sí tiene este Battletoads son varias formas de jugarlo. Ha llegado para PC y para Xbox One. Acepta control con mando y con ratón y teclado, pero no recomiendo este último si se puede escoger. La gracia está en tener a un par de compañeros en casa y aprovechar su multijugador local triple, que consigue desbordar el caos en pantalla a las primeras de cambio. Siendo tan corto y tan divertido es perfecto para una tarde o una noche con colegas.

Donde más se aprecian las diferencias con respecto a los de la vieja Rare es en el apartado visual. El juego de 2020 no tiene nada que ver con los de entonces, pues su estilo artístico no es pixelado retro, sino del estilo de dibujos animados a mano que han seguido otros como Monster Boy o el propio Streets of Rage. Hay ocasiones que es como estar pasando las páginas de un cómic de forma constante. Y lo mismo ocurre con la banda sonora, pues hay una transición de las melodías posibles entonces al rock, que encaja a la perfección con la ambientación.

Al meter todo en la caja de deliberaciones, el resultado es que Battletoads se coloca como una de los mejores juegos publicados por Xbox Game Studios este año de transición. Partiendo del humor descarnado y el gameplay sin miramientos, y pasando por ese nuevo estilo visual tan fino y su banda sonora a juego, consigue que te pases unas cuantas horas de diversión total, sobre todo en compañía. Un gran retorno después de 26 años que si se empaña por algo es porque dura menos de lo que me hubiera gustado. Quién sabe si volverán, pero se lo han ganado.