Análisis de Crime Boss: Rockay City

No os voy a mentir, la verdad es que no esperaba mucho de Crime Boss: Rockay City. Puede que haya sido un prejuicio, pero la reciente cobertura del avance, unida a los retrasos, la perspectiva del juego por servicio y el hecho de que no vaya a llegar a las consolas hasta dentro de unos meses, han hecho de él un producto en el que no tenía mucha confianza al empezar mi proceso de análisis. Sin embargo, me he llevado una sorpresa, porque aunque este juego tiene algunos problemas claros y cuestiones graves que necesita solucionar, sigue siendo un título divertido con el que pasar un montón de horas.

Ambientado en una ciudad similar al Miami de los 90 llamada Rockay City, la idea del juego es ponerse en la piel del protagonista criminal Travis Baker (Michael Madsen), mientras libra una guerra contra los jefes de las bandas rivales de la metrópolis bañada por el sol, todo ello con algo de ayuda de aliados como Casey (Kim Basinger) y Gloves (Danny Glover), y mientras evade a la policía y a las fuerzas del orden encabezadas por el sheriff Norris (Chuck Norris). Desde luego, no son precisamente desconocidos. La jugabilidad gira esencialmente en torno a completar trabajos de robo para financiar tu imperio, mientras Touchdown (Michael Rooker) hace el trabajo sucio de reclamar y defender territorios por toda la ciudad.

En la práctica, Crime Boss: Rockay City es básicamente un título de acción en primera persona. El juego te dirá que tienes que planificar y ser inteligente a la hora de atracar, pero correr a toda pastilla y dejar un rastro de cadáveres es igual de eficaz y, de hecho, es mucho más fácil que intentar planificar algo. ¿Por qué? Porque (como te dice muchas veces) Crime Boss no es un juego de atracos y, por lo tanto, carece de las opciones de un título de atracos como Payday. No tienes múltiples formas de abordar el mismo trabajo, es lineal en cómo se desarrollan las cosas, y los sistemas del sigilo están tan mal adaptados que es casi imposible hacer un trabajo sin que se desate el infierno.

Afortunadamente, los tiroteos y el gunplay son excelentes. Si has jugado a Far Cry, verás muchas similitudes con la sensación que produce Crime Boss, ya que las armas parecen un poco pesadas y difíciles de manejar, pero al mismo tiempo dan una impresión realista en manos de un criminal que no ha sido entrenado por el ejército para manejar un arma de fuego totalmente automática. No es en el manejo de las armas y los controles donde Crime Boss tiene problemas, sino más bien en las actividades y todo lo demás.

Y digo esto porque Crime Boss: Rockay City es un juego de un solo truco. Si te gusta adentrarte en un nivel pequeño, destrozar cajas, abrir cajas fuertes y reventar cámaras acorazadas con taladros, todo ello mientras mantienes a raya a hordas de policías increíblemente tontos, entonces este juego tiene todo eso a raudales. De hecho, básicamente lo tiene en exclusiva. Cada misión de robo (ya sea un banco, una joyería, un almacén, un centro comercial, etc.) se reduce a hacer exactamente lo mismo, lo que significa que la campaña de Crime Boss y otros modos de juego se vuelven muy repetitivos rápidamente. Y antes de referirme a lo que al menos intenta salvar a la campaña de este purgatorio, déjame decirte que los modos Leyendas Urbanas y Tiempo de Crimen no son más que formas de jugar a estos atracos sin que la suite de opciones de la campaña los respalde. Pierden su encanto casi al instante.

Pero en fin, la campaña. Aquí es donde pasarás la mayor parte de tu tiempo en el juego y, por suerte, la naturaleza roguelike y el conjunto de opciones mantienen las cosas interesantes. Como no puedes dejar que el jefe Baker muera en una misión, el juego se acabará y tendrás que empezar desde el principio, tus elecciones tienen su importancia, aunque la naturaleza roguelike hace que el juego sea más fácil a medida que avanzas (dicho esto, casi supero el juego en la primera partida y sólo perdí por ser avaricioso al robar una joyería, lo que demuestra lo patéticos que son la IA y el desafío). Las opciones del jugador se suman a esto al permitirte decidir a quién reclutas, qué territorio atacas, qué armas posees, qué trabajo realizar a continuación, qué activos comprar para aumentar tu riqueza y reputación, y un montón de cosas más que hacen que ser un jefe sea más emocionante. Todo ello se combina para que puedas perderte en la campaña, aunque el doblaje, los personajes y la narrativa hagan todo lo posible por disuadirte.

Para muchos, el reparto repleto de estrellas de Crime Boss: Rockay City es probablemente su mayor atractivo, pero con ello viene mucha decepción, ya que algunos de los personajes son sencillamente agotadores. Soy un gran fan de Michael Rooker, pero su personaje, Touchdown, es tan caricaturesco que resulta agotador tratar con él, ya que habla exclusivamente con retórica y metáforas de fútbol americano, y cuando digo exclusivamente, lo digo en serio. A esto se suma Casey (Kim Basinger), que simplemente existe para ser un caramelo para los ojos y sexualizar el juego. Los jefes rivales (Vanilla Ice y Danny Trejo) tienen muy poco peso en la historia (por no decir nada en absoluto), y lo peor de todo, el Sheriff de Chuck Norris es tan malo que parece que Norris solo hizo la interpretación sin ganas para coger el cheque y salir corriendo.

La narrativa también es poco memorable y plana, y si el bucle de juego de disparar a policías, llenar bolsas con drogas, gemas, oro y dinero en efectivo, y luego transportarlas a un vehículo de salida (que me pareció divertido durante los cuatro días que he tenido para revisar el juego) no te atrapa, entonces Crime Boss: Rockay City no tiene nada más en absoluto para mantener tu atención y entretenerte.

Aun así, el juego parece funcionar bien en mi PC (RTX 3090 y CPU i9 de 11ª generación), con una tasa de imágenes por segundo sólida y fluida al jugar con los ajustes gráficos al máximo. Pero que tenga una presentación bastante llamativa y funcione bien a nivel de rendimiento fundamental no cambia el hecho de que ciertos aspectos, como la IA, sean francamente atroces. Si pretendes jugar en solitario, debes saber que tendrás que ladrar órdenes a tu escuadrón para evitar que salgan a la calle y sean abatidos por la policía, y que tendrás que decirles que hagan cualquier cosa que requiera un poco de iniciativa. Al menos, la policía nivela un poco el campo de juego al atacarte en una formación increíblemente predecible que requiere muy poco pensamiento y estrategia para superarla. La solución a uno de estos problemas es, por supuesto, jugar de forma cooperativa, pero como todos sabemos, encontrar y programar una sesión de juego con tres amigos no siempre es lo más fácil de organizar.

En definitiva, Crime Boss: Rockay City no es un desastre absoluto de juego, pero tampoco es un título por el que vayamos a beber los vientos. Para cualquiera que busque un Payday llamativo e inspirado en los 90 (porque hay suficiente enfoque en el atraco como para que quiera comparar los dos) que enfoque su jugabilidad en un FPS, entonces esto te dará al menos unas horas de diversión antes de que quieras dedicar tu tiempo a algo con más recorrido.