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Definiendo el monitor de gaming ideal

Los jugadores de escritorio buscan el mejor equilibrio entre resolución, respuesta, calidad de imagen y costes.

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Existe una fórmula ideal, una especie de relación áurea que se está extendiendo últimamente entre los jugadores de PC respecto a la mejor pantalla para jugar. Bueno, decimos de ordenador pero también es aplicable en realidad a usuarios de consola y, en general, a cualquiera que se siente en un escritorio para divertirse.

Esta relación habla de un triángulo de factores que, de cumplirse, ofrecen una experiencia óptima en la mayoría de los casos. En concreto, una resolución QHD, un tamaño de 27 pulgadas y un refresco de imagen de 120-144 Hz o superior.

Puedes hacer el cálculo en casa (por ejemplo, colocando un cartón de unos 70x53 cm a la altura de la vista) . Si eres un jugador de escritorio, tu distancia a la pantalla estará sobre los 60 cm, y verás que tu campo de visión en 16:9 queda cubierto de forma óptima, sin ver demasiado por los huecos periféricos ni tan cerca que pueda agobiar. Además, para esa distancia la resolución 2K de 2560 × 1440 supone una gran densidad de píxel y un exquisito nivel de detalle, al tiempo ahorrando a tu PC esfuerzos innecesarios para subir hasta 4K.

Ya comentamos esta tendencia hace unos meses al tratar los mejores accesorios y periféricos para un PC de gaming, pero en este caso nos vamos a centrar en un nuevo modelo que consigue equilibrar un poco más el resto de características de cualquier monitor que se precie.

Hablamos del OMEN 27i, una pantalla presentada este mismo año como parte de la renovación de imagen de la marca, y por tanto con unas líneas más sofisticadas.

Definiendo el monitor de gaming ideal

¿Lo mejor de dos mundos?

Lo interesante a nivel de 'specs' es que este monitor se basa en tecnología IPS Nano para producir una mejor calidad de imagen y un ángulo de visión más amplio (con menor degradación del color) que en otras tecnologías, pero a la vez es capaz de ofrecer ventajas antaño exclusivas de los paneles TN, como es una frecuencia de refresco que sube hasta los 165 Hz, en una combinación hasta hace bien poco solo soñada.

La idea es imprimir una rica representación de los colores, apoyándose tanto en la tecnología IPS Nano Color de base como alcanzando el espacio de color DCI-P3 98%, que amplía la gama un 25% respecto al viejo espacio RGB. Y todo con un brillo aumentado, que se eleva a los 350 nits (cd/m²), también por encima de modelos anteriores e incluso de gamas superiores.

HP habla del OMEN 27i como un modelo de monitor para juegos de inmersión (pensad en experiencias más cinematográficas o aventuras profundas en solitario), pero como han conseguido mantener 1 ms de respuesta y acogerse a los estándares de Nvidia G-Sync 2 para sincronizar con la tarjeta gráfica, en realidad la pantalla rinde a máximo nivel también cuando se trata de títulos competitivos
multijugador.

Del diseño del OMEN 27i queremos destacar una idea más allá de esas líneas más elegantes, porque es algo que afecta favorablemente al uso diario. En la parte trasera, la disposición en rombo del panel de conexiones no solo le da el toque característico de los diseños OMEN (¿o pensábais que se iba a perder con la renovación de imagen?), sino que también permite conectar y disponer los distintos cables en las dos diagonales inferiores, sin provocar tortícolis en busca del típico hueco inaccesible.

La guinda de todo esto es que el OMEN 27i también se sitúa por debajo de otras gamas en cuanto a precio, en concreto sobre los 550 euros PVPr. Vista la combinación que han conseguido de rendimiento y calidad de imagen, se alza de
inmediato hasta el top de los monitores de gaming más tentadores.

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