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Duke Nukem Forever

Duke Nukem Forever: multijugador

Carne turgente a nuestra derecha, del tamaño que imaginarías si Dios fuera una mujer, gracias a la enorme proyección que no deja de pasar tráilers de Duke Nukem. Pero hemos venido a ver el multijugador.

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Salvo la extraña conversación dejada a medias por culpa de alguna nena vestida de schoolgirl o de sirvienta francesa entre escenas del juego, la mayoría de los que estábamos en la sala trasera del ostentoso bar de Londres conseguíamos seguir atentos a las pantallas que teníamos delante. Allí, los competidores se enfrentaban en los modos multijugador de Duke Nukem Forever, que es lo que debería llamar (casi) toda la atención.

2K celebra que Duke Nukem se salta otra fecha de lanzamiento dejando a la muchedumbre allí reunida probar un juego que tenían derecho de jugar hace una década, así que mucho más esta semana. Después de algo de espera en la cola tras los jugadores sentados, nos calzamos unos auriculares y recibimos un buen pisotón que nos lleva atrás en el tiempo.

Se trata de una breve pasada por dos mapas. Primero, un cañón que tras un terremoto presenta dos planos de batalla: el fondo de la garganta y los restos de una autopista por encima, con vehículos estrellados que hacen de cobertura y punto de francotirador. Luego una cocina cerrada, que al principio nos deja locos con la perspectiva hasta que advertimos que nuestros Dukes están empequeñecidos hasta el tamaño de un ratoncito. El primer mapa es una partida por equipos de capturar la bandera, pero en lugar de un poste hay una stripper (Capture the Baby). El segundo, un todos contra todos.

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No sorprenden las armas dispersas por toda la zona y brillando con un incitante tono dorado. Las escopetas son tan "salpicadoras" como siempre, la ametralladora traga munición como loca (aunque hay que apuntar firme) y el rayo de congelación es como intentar disparar moscas con un arma mastodóntica. Sólo la pistola con la que empiezas parece enormemente desprovista de poder, con un retroceso tan excesivo que la hacen inapropiada para descargas sustanciosas. Mejor aprenderse dónde están las armas más poderosas de memoria si quieres sobrevivir.

Aunque Captura la Chati nos tuvo azotando en el culete a nuestra poco dispuesta rehén, pues nos tapaba la vista con las manos de vez en cuando, fue la cocina con lo que más nos reímos, atacando entre paquetes y subiendo palos de escobas hasta los estantes. Los Jump Boosters nos impulsaban hasta las encimeras, donde saltábamos sobre hamburguesas para no recibir el daño de los fogones o nos colábamos dentro de microondas abiertos para conseguir lanzacohetes. Gearbox ha llenado el escenario de muñecas como Duke, lo que provoca que más de un rival descargue su arma accidentalmente, delatando su posición.

No pudimos dar una vuelta en el sistema de menús de antes de las partidas, con los representantes de la compañía como padres precavidos en una tienda china, quitándonos a manotazos de los menús cuando intentábamos indagar. Nos informaron de que sólo podíamos husmear en un lugar: la zona Changing Room (probador), donde se puede equipar a Duke con tocados desbloqueados, gafas y camisetas. Como la sesión de juego llevaba poco tiempo, sólo vimos un par de gafas al estilo de John Lennon, e intentar averiguar algo más con las siluetas de los objetos no desbloqueados no sirvió para dar con algo especialmente estrafalario. Sorprendente, considerando de qué juego se trata.

Pero aunque aún nos podrían sorprender los trajes, el multijugador tiene un sabor añejo. En la semana en la que Splash Damage procura recombinar los avances de los multiplayer modernos en algo racionalizado y emocionante, Duke parece como una vuelta a las viejas partidas de Doom, a todas luces.

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Aunque eso podría funcionar a favor de Gearbox, con la nostalgia convirtiéndose en el gancho para que Duke capte el interés de la audiencia, en lugar de la cruz en la que crucificarle al compararlo con las modernidades de los MP de hoy. No hay mejoras dedicadas, no hay sistema de progresión, no hay acoples, pero tampoco hay sandeces. Incluso hace cinco años, un multijugador sin una peculiaridad propia (por ejemplo los portales de Prey) lo habría tenido complicado frente al emergente sistema de clases de COD. Duke ignora el rollo hinchado de las mejoras/extras y se ciñe a la filosofía más simple: buscar y destruir. En estos tiempos, Duke tiene la brevedad y accesibilidad que lo convierte más en NBA Jam que en NBA Live. O, de otra forma, no importa cuánto te guste la "Royale con queso", a veces no puedes evitar anhelar una simple y llana hamburguesa de toda la vida.

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