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Mutant Year Zero: Road to Eden

Esa pequeña joya llamada Mutant Year Zero: Road to Eden

Un pato y un jabalí mutantes protagonizan una de las sorpresas de este 2018 que no hay que dejar de reivindicar.

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Falta nada y menos para cerrar el año. Período en el que las redes y los medios especializados se llenan de listas de los mejores videojuegos para resumir, muy brevemente, los productos más destacados que la industria ha brindado esta añada. Listas donde nos vamos a cansar de leer nombres como God of War, Red Dead Redemption 2, Spider-Man, Pokémon Let's Go o Super Smash Bros. Ultimate. Y con razón, porque todos ellos son grandes obras. Pero dentro de esas listas a veces se dejan de lado otros videojuegos. Quizá menores, quizá menos conocidos, quizá con menos recursos -lo que vendría a ser un producto indie- pero desde luego sin nada que envidiar a títulos mayores. El nuevo producto de Bearded Ladies es uno de esos videojuegos. Mutant Year Zero: Road to Eden tiene papeletas más que suficientes para ser uno de los juegos más destacados de 2018 -o, por lo menos, para un servidor-. Por varios motivos que voy a intentar desgranar en las siguientes líneas.

Por su historia

El videojuego de Bearded Ladies nos sumerge en un mundo donde la humanidad ha sucumbido al cambio climático y ha pasado por una guerra nuclear. Un mundo donde los humanos ya no son los líderes de nada y han dado paso a una nueva especie: los mutantes. Seres biológicamente modificados de los que no se sabe su origen. Y son los que deben encargarse de salvar al último reducto de la humanidad.

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Mutant Year Zero plantea una historia profunda y compleja dentro de la sencillez de su jugabilidad por turnos -de la que hablaremos más adelante-. Los mutantes no son solo unas simples marionetas que utilizamos para enfrentarnos a robots gigantes y sectas pirómanas, sino que son personajes complejos con motivaciones justificadas y sin un pasado definido que permita desvelar por completo su origen. Cosa que le da un toque de misterio lo suficientemente potente como para que el jugador quiera interesarse en conocer en mayor profundidad al elenco de seres que componen la trama.

Mutant Year Zero: Road to Eden

Por su jugabilidad

Cuenta con una mecánica prácticamente plagiada de XCOM, es decir, combates de estrategia por turnos donde hay que pensar detenidamente cada movimiento. Lo que hace, lógicamente, que el juego sea bastante pausado. Pero cuando se le coge el ritmo y nuestros personajes suben hasta un nivel considerable, esos combates parece que estén vivos. Los enfrentamientos se vuelven mucho más dinámicos, tanto debido a que el jugador ya tiene el sistema de juego por la mano, como porque las habilidades que vamos desbloqueando hacen que nuestros mutantes vayan evolucionando y, por ende, desarrollando diferentes habilidades que nos ayuden en las escaramuzas. Y, admitámoslo, les da un toque freak de lo más molón.

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Es un sistema de juego adictivo que obliga a repetir una y otra vez el mismo combate para afrontarlo de la mejor manera de posible. Cada grupo de enemigos supone crear nuevas tácticas y revisar el set de nuestro equipo para ver si podemos conseguir ventaja con determinados objetos. Y lo mejor, es que Mutant Year Zero se puede rejugar tantas veces como uno quiera -con una duración de veinte horas mínimo-. Precisamente por aquello de poder ver cada combate desde una perspectiva distinta. Se pueden abordar con sigilo, con emboscadas o a bocajarro -a pesar de que esta última no es muy recomendable si queréis llegar hasta el final de la historia-.

Mutant Year Zero: Road to EdenMutant Year Zero: Road to Eden

Por su impresionante atmosfera

Mutant Year Zero: Road to Eden dispone de un gran número de zonas que explorar. No todas son necesariamente obligatorias, aunque teniendo presente el género del videojuego, son zonas que tarde o temprano debemos visitar para subir de nivel y poder continuar con la historia principal. En otras palabras, debemos adentrarnos en esas zonas con la excusa de ganar experiencia, encontrar chatarra, pistolas rotas o algún que otro coleccionable. Solo que Bearded Ladies se toma la libertad de que seamos nosotros los que elegimos cuáles visitar antes o cuáles visitar después.

Pero siendo sincero, en realidad todo eso termina siendo algo secundario en la experiencia de juego. Porque el verdadero motivo por el que, en el fondo, se va a esas zonas alternativas que vamos descubriendo a medida que exploramos el mapa es para poder seguir inmerso en las ruinas del mundo mientras escuchamos los diálogos de Dux y Bormin. Por muy breves que sean son diálogos que refuerzan el lore del videojuego durante combate y combate, y ayudan a ponernos en situación cuando Mutant Year Zero se pone un pelín gore y enseña los cadáveres que nuestros enemigos, o las diferentes catástrofes, han dejado a su paso. Recurso que, sin duda, es un punto a favor muy a tener en cuenta: el recurrir a elementos de cine de terror para hacer consciente al jugador de que aquello a lo que se enfrenta, no es ninguna tontería. Y que si se despista, y no mide bien sus tácticas, puede acabar como uno de esos cadáveres tendidos en mitad del mapa.

Mutant Year Zero: Road to EdenMutant Year Zero: Road to Eden

Bearded Ladies ha llegado a última hora para dejar un videojuego de estrategia impecable en muchos aspectos. Con sus defectos, por supuesto, pero quedan difuminados por su espléndida historia y por su pulida atmosfera postapocalíptica. Crucemos los dedos para que ya haya una secuela en camino y podamos seguir desvelando los misterios que giran en torno a Dux, Bormin y El Arca, ese último refugio para la humanidad.

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