Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga (Netflix)

El coronavirus se ha cargado Eurovisión 2020, pero los fans del Festival de la Canción pueden resarcir sus ganas de petardeo en Netflix con el último trabajo de Will Ferrell. El polivalente actor y guionista estadounidense interpreta a Lars Ericksoong, un perdedor islandés que sueña con ganar el Festival de la Canción de Eurovisión junto a su compañera Sigrit Ericksdottir (Rachel McAdams). La historia de Fire Saga no se limita solo al festival, sino que también es la historia de amor de estos dos pajarillos cantores que se ven atrapados en una red de amor y confusión, cegados por los focos del gran plató europeo y la tentación del éxito y la brillantina. ¿Conseguirá Lars ganar Eurovisión? ¿Está preparado el mundo para la entrada estelar de Islandia? ¿O aprenderá Lars que hay cosas más importantes en la vida que la victoria?

Esta es la típica trama estándar que tantas veces hemos visto, por lo que no es difícil de seguir e incluso se puede prever qué va a pasar una vez se establecen las relaciones y empiezan a brotar los problemas. Sabemos lo que va a ocurrir con el padre escéptico que reniega de su hijo, con el pueblo que se avergüenza de ver su bandera en el festival y con el triángulo amoroso que no tarda en formarse. Pero en una comedia como esta, no importa tener todas las cartas sobre la mesa si te hace disfrutar y reír. Y en cuanto a la imagen de Eurovisión, han capturado la esencia espléndidamente. Como era de esperar, es tanto una comedia como una celebración del propio festival, donde se mezcla el humor estridente y las actuaciones alocadas de Ferrell con los cameos y el glamur de las estrellas. Entre los personajes parodiados encontramos figuras como Loreen, Netta, Conchita Wurst y Jessy Matador. Participan en la escena más extravagante de la película, en la que tanto los personajes ficticios como el dúo ficticio ofrecen al público un fantástico popurrí de música pop.

A pesar de todo esto, no puedo darle mis doce puntos al humor de la película. Si hay algo de lo que se habría podido beneficiar Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga (que vaya título), es de haber metido actuaciones aún más fuera de lugar. Entre las tramas de asesinatos, los elfos islandeses y las reflexiones, la mayoría de las bromas se reducen a chistes malos sobre penes y sobre chefs suecos. Algunos personajes como Mikael Persbrandt quedan en segundo plano y hay una historia de fantasmas sin sentido que no tenía porqué estar ahí.

Lo mismo ocurre también con el primer momento dramático de la película que podría haber sido omitido sin que nadie se perdiera nada. Esperaba algo más del rollo "Zoolander", ya que hay mucho potencial si la idea es parodiar el festival de Eurovisión. Pero tras mucha base, un poco de color y purpurina y trajes estrafalarios no hay mucho más que ver. Bueno sí, también se salvan las letras de algunos temas. El cantante ruso hipersexual que interpreta Dan Stevens es divertido, con su tema "Lion of Love", pero más allá de eso, la parte narrativa deja mucho que desear.

Lo pero es que te acabas aburriendo del personaje tan estridente que interpreta Will Ferrell. El hecho de que las mujeres se queden prendadas de forma inexplicable de un hombre de mediana edad que toca bastante las narices podría haber funcionado en comedias tipo "Los otros dos", pero tanto con el personaje de Rachel McAdams como con la diosa griega de Eurovisión (interpretada por la heroína de Assasin's Creed Odyssey, Melissanthi Mahut) se va de las manos. La parte divertida de la película habría sido mejor si se hubieran hecho bromas sobre el rollo "si son hermanos" de Ferrel y McAdams. No hay química entre la pareja y la relación entre ambos no es creíble. Ferrel era un genio de la comedia en su tiempo, pero hoy en día no tiene ese tirón.

A pesar de todo esto, la película tiene encanto y, aunque la historia de amor no es muy creíble y sí bastante predecible, no deja de ser un film que recoge las tradiciones romanticonas de Eurovisión. Es petarda, ingenua, superficial y colorida, algo que todos los fans del Festival de Eurovisión necesitan en estos tiempos tan complicados.