Análisis de New Tales from the Borderlands

Han pasado ya ocho años desde que Tales from the Borderlands de la desaparecida Telltale Games saliera a la venta y entrara en nuestros corazones. Ahora su secuela ha llegado, pero ya no está Telltale al mando, sino Gearbox Studios. Aun así, no me preocupé en exceso, porque cuando inicié el juego me topé con el estilo de animación familiar y el humor ligeramente enfermizo que caracteriza a la saga y por el que la adoro. Está claro que Gearbox reclutó a algunos expertos de Telltale para que ayudaran con el proyecto, pero la cuestión es si han conseguido que haya suficiente gente a bordo con la experiencia suficiente.

Al igual que los títulos anteriores, se trata de una aventura basada en la historia que se rige por las decisiones del jugador. Y al igual que anteriormente, está dividida en episodios, cinco concretamente. Sin embargo, esta vez no tenemos que ser tan pacientes y esperar a los episodios, sino que podemos jugarlos directamente sin interrupción. La propuesta está construida con quick time events y elegir las opciones correctas en el diálogo también será importante, causando a veces problemas cuando el tiempo corre demasiado rápido. Por otro lado, estos QTE, a pesar de sus defectos, no suponen ningún problema siempre que conozcamos bien el mando y sepamos dónde se encuentran los botones.

En esta ocasión no acompañamos a nuestros queridos antihéroes Rhys y Fiona en sus aventuras, aunque el primero hace una aparición como invitado en la historia. El juego comienza con una invasión del planeta Promethea por parte de la avariciosa corporación Tediore, dirigida por Susan Coldwell, y es ese acontecimiento el que reúne a los tres nuevos protagonistas como grupo en esta aventura para detener la destrucción de su planeta natal. Los tres con intenciones ligeramente diferentes; uno quiere salvar el mundo, otro quiere salvar el mundo para hacerse famoso y rico, y el tercero simplemente quiere venganza contra Coldwell.

Pero permitidme presentar al famoso trío para empezar. La primera es la Dra. Anuradha Dhar, o Anu, como se la conoce. Anu es una científica neurótica y desarrolladora que trabaja para la Corporación Atlas desarrollando nuevas armas, lo cual puede no ser el mejor lugar para una predicadora de la paz nerviosa y con pánico a las armas. Sueña con crear un arma que detenga todas las guerras y traiga la paz al mundo y si pudiera, preferiría sentarse junto a la hoguera cantando canciones de paz, razón por la cual se encuentra repentinamente en la calle cuando Rhys la despide por otra arma fallida que hace cualquier cosa menos matar. Después está el hermano de Anu, Octavio. Mientras que Anu está socialmente inadaptada, su hermano adoptivo es todo lo contrario.

Es lo que él llamaría una persona de calle, y aspira a ser rico y famoso como tantos otros bebés millenials sin talento. Su sueño es notablemente diferente al de su hermana, ya que quiere entrar en la lista de la revista Forge como una de las treinta personas más ricas del mundo. Pero digamos que a Octavio le habría venido bien una cabeza mejor amueblada, como la de su hermana, pues es un maestro en meterse a sí mismo y a otros en problemas con sus ideas no tan bien pensadas. Pero como cualquiera que tenga hermanos sabe, nunca es fácil vivir a la sombra de tu hermano y Octavio se esfuerza mucho por seguir su propio camino y no acabar en el de Anu. Por último, pero no por ello menos importante, tenemos a Fran Miscowish, una mujer en silla de ruedas frustrada sexualmente que ya ha pasado su mejor momento y que se esfuerza por continuar sobria y justificar con ello su ira, sin volver a caer en los viejos hábitos y sin perder los estribos de nuevo, lo cual es un reto teniendo en cuenta que su restaurante acaba de volar en pedazos.

Y probablemente vosotros también os cabrearíais si alguien volara en pedazos vuestra forma de ganaros la vida (el restaurante de Froghurt francés de Fran) con un láser. Son tres personajes memorables que aportan distintos puntos fuertes. Anu, por ejemplo, tiene un dispositivo de escaneado que le permite ver cosas ocultas e incluso leer información sobre ellas, mientras que Octavio tiene un smartwatch que puede hackear ordenadores para abrir puertas.

Fran no tiene ningún smartwatch ni artilugios de escaneado, pero tiene su silla de ruedas flotante, que pondría celoso al inspector Gadget con su láser congelador que resulta útil en varias ocasiones. También podemos modificar los personajes y sus gestos en las máquinas que encontramos, cambiándoles la ropa y los colores, lo que no cambia nada más que la apariencia, pero sigue siendo una idea divertida para poder ponerles nuestro propio sello. Aunque me gustan los personajes, hay otros que me impresionan aún más y son los personajes secundarios con los que, por desgracia, no podemos jugar: LOU13, Brock y Stapleface.

LOU13 es un robot asesino que se ha convertido en el matón de la banda y en el mejor amigo de Octavio. Controla el vínculo emocional entre la pandilla otorgando puntos después de cada capítulo, y es al final del juego cuando te das cuenta de que el sistema de puntuación importa en lo que respecta al final que obtenemos, porque en realidad hay varios finales diferentes y el mío no fue uno de los mejores, por desgracia.

Brock no es realmente un compañero, sino más bien un enemigo, pero aun así queremos pellizcarle las mejillas que no tiene y llevárnoslo a casa. Brock es, de hecho, un rifle automático Tediore parlante que solo quiere meternos una bala en la frente, pero eso no cambia el hecho de que sea mono cuando nos sigue con sus patitas. Además, está Stapleface, que es un antiguo Psycho que se encapricha de Anu después de salvarla de la muerte.

Pero mi personaje favorito sigue siendo un soldado Tediore sin nombre fanático de los Vaultlanders que aparece donde menos te lo esperas y nos obliga a retarlo a un minijuego llamado Vaultlanders Action Fight. Si por casualidad abrimos una cajita, saldrá arrastrándose como una sorpresa en el correo y entonces será el momento de luchar a muerte con los pequeños personajes de acción que podemos coleccionar en el juego. Recuerdan a las viejas figuras de Skylanders de las que todos los padres se acuerdan, pero que ahora están desordenadas en el fondo de algún armario. El minijuego no es especialmente difícil, pero, de nuevo, se trata de quick time events y de elegir la figura más adecuada para vencer a la del oponente, todas ellas con ataques únicos.

Quien salga victorioso conseguirá la figura del oponente y la añadirá a su cada vez mayor colección. Estas figuras también están escondidas en varios lugares a lo largo del juego, así que más os vale sacar el sabueso que lleváis dentro para olfatearlas y obtener el trofeo de recompensa cuando las encontréis todas. No voy a entrar en el argumento porque entiendo que querréis experimentarlo por vosotros mismos sin que yo os lo estropee. Pero lo que sí puedo decir es que es una idea simpática y llena de humor. Se trata de una experiencia agradable y relajante que no se limita a correr con un arma en primera persona y disparar a todo lo que se mueve.

Me gusta que las decisiones tengan consecuencias y que la historia pueda tomar de repente un camino diferente al que tenía en mente y me mantenga alerta. Pero al mismo tiempo, creo que el juego principal y sus minijuegos son demasiado fáciles. Podrían haber subido un poco la dificultad para que no pareciera tan poco exigente en múltiples ocasiones. No obstante, el título tiene valor de rejugabilidad si, como a mí, os toca un final bastante pobre.

Me ha gustado New Tales from the Borderlands, pero no lo voy a suavizar: no está a la altura de del juego original. Y eso es lo que ocurre habitualmente con las secuelas, que siempre se compara constantemente con su predecesor. Este juego es interesante, divertido, ameno y entretenido, pero hay mejores aventuras con este tipo de narrativa. Con todo, no me arrepiento de haberlo jugado, simplemente creo que hay aspectos en los que podría haber sido mejor.