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Starlink: Battle for Atlas

Análisis de Starlink: Battle for Atlas

De recadero por los siete planetas del sistema, con juguetes o sin ellos, terminarás pasándolo en grande.

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Si con cada lanzamiento del fenómeno toys-to-life decías aquello de "esto habría sido mi sueño de niño", puede que con Starlink: Battle for Atlas tengas esa sensación incluso más presente que con los Skylanders, Disney Infinity, Lego Dimensions, amiibo y demás predecesores. Lo bueno es que Ubisoft ha concebido esta aventura interplanetaria para que no sea necesario contar con los juguetes pero, a la vez, la forma en que se construyen y modifican las naves dentro del juego recuerda constantemente a cómo jugabas de niño montándote tus vehículos armados improvisados con piezas (en mi caso con Tente, claro).

La flamante construcción que ensamblas con los juguetes de plástico de Starlink y que montas sobre el mando de tu consola parece todo un "megazord". Independientemente de la edad del usuario, es toda una flipada ver cómo se coloca la cabina de la nave con una ventana que deja ver el muñeco del piloto y cómo se acoplan las alas y luego las armas, algunas partes hasta con luces. Es prácticamente inevitable hacer ruidos con la boca mientras estás encajando las piezas.

Luego, jugar con ese conjunto tan aparatoso resulta pesado y hasta incómodo, por razones obvias, por lo que auguramos que los adultos terminarán jugando "digitalmente" y tanto los chavales como los mayores coleccionistas seguirán apostando por la versión más física de la experiencia, cambiando naves, armas y piezas sobre la marcha.

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Porque, y esto es muy importante, esa es la única diferencia entre jugar con figuras o hacerlo de forma tradicional: las sensaciones, el feedback físico. Puedes avanzar exactamente igual, sin desventajas de ningún tipo, si no compras ni un juguete. Lo único que te perderás será la satisfacción del montaje en tiempo real; eso de coger un arma que tienes sobre la mesa y ponerla en tu ala izquierda para intentar hacer más daño. O aquello de rebuscar entre tus muñecos y naves para decidir quién tomará el relevo cuando caiga un compañero en combate. Si te lo montas bien (nunca mejor dicho), con los módulos ordenaditos y los pilotos formando en fila en una estantería, estarás tocando el material virtual. Estarán cobrando más vida.

También debes saber que, si optas por jugar físicamente, no hay otra opción durante esa partida. Es decir, sólo podrás acoplar las armas, naves y pilotos que hayas comprado, lo que puede suponer un interesante desafío adicional (y que vayas a la tienda con una estrategia previa). En todo caso, siempre puedes pasarte al modo digital y seguir la partida con todos los contenidos, si ves que no puedes avanzar en modo físico o que no te quieres gastar más dinero por ahora. Además, al seguir la partida en cualquiera de los modos, mantendrás por supuesto todas tus modificaciones, experiencia, habilidades y demás parámetros (y de nuevo no, no tienen mejores stats las armas que compres físicas).

En otras palabras, si te preguntas "entonces, ¿para qué voy a jugar con los juguetes?", la respuesta es muy sencilla: simplemente, porque es más auténtico. Porque mola más. Está genial ver cómo se monta la nave en pantalla en tiempo real y con efectos especiales cuando cambias dos o tres cosas en un menú, pero el gustazo es doble cuando haces lo mismo con tus manos.

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Starlink: Battle for Atlas
La Zenith de St. Grand es nuestra nave favorita (sí, por encima del Arwing de Fox), y nuestra piloto, Shaid.

¿Piloto de naves? "♫Soy minerooo♪".

Una vez introducida esta conexión entre los dos mundos, toca hablar de qué haces con esas naves y pilotos en los siete planetas de Starlink y en el espacio que queda entre ellos. Hay que decir que Battle for Atlas no es un juego de naves puro y duro. No esperes una experiencia arcade en la que la habilidad y la precisión a la hora de volar y disparar determinen tu éxito en la batalla. Ni tampoco tablas de puntuaciones ni estructuras de nivel-jefe final. De hecho, pese a su máscara interestelar, Starlink es un juego de mundo abierto que se ciñe a los cánones action-RPG que dicta el género hoy por hoy, solo que en lugar de un personaje a pie llevas un vehículo armado.

Esto quiere decir varias cosas. Las batallas espaciales son sencillas y se llevan el menor protagonismo, pues ocurren únicamente cuando decides ir a otro planeta, explorar el espacio o volver a la nave nodriza de la iniciativa Starlink, la Equinox (estos paseos espaciales te los recomendamos siempre por encima del viaje rápido, aunque te podrás encontrar desagradables sorpresas en forma de encuentros con forajidos demasiado difíciles). Y sobre los planetas, casi siempre irás en modo flotación, como un hovercraft, volando a ras de suelo y subiendo al cielo sólo cuando lo necesites para cubrir largas distancias. Porque, de nuevo, ir despacito explorando la superficie te dará para hacer muchas cosas.

Flotando sobre la superficie tus actividades se pueden reducir a la exploración, el combate y, sobre todo, la minería. La gran profundidad de Starlink reside no solo en los árboles de mejora y personalización de vehículos y héroes, sino en toda la amalgama de recursos necesarios para acceder a esa progresión y nutrirla. Para sustentar esta dinámica de recursos tan propia del género supervivencia, el juego basa toda su historia en esa minería, en la fiebre y la extracción del electrum y la refinería de la energía nova, y por tanto los planetas están repletos de elementos por recoger, observatorios para investigar, extractores y refinerías.

Starlink: Battle for AtlasStarlink: Battle for Atlas

Al principio parece un poco confuso con tantos recursos a tener en cuenta sin saber muy bien qué podrán mejorar para avanzar, pero pronto se activa esa monotonía adictiva derivada de la recolección. Cuando lleves un par de horas ya sabrás qué actividades sirven para qué propósito, y empezarás a añadir habilidades nuevas a tus pilotos, centros a tus naves, modificadores a tus armas, mejoras a tus mercaderes asociados e incluso importantes ampliaciones a la Equinox. Te habrás metido casi sin quererlo en esa manía por recolectar y entregar, y si te descuidas pasarás demasiadas horas solo en las misiones secundarias, como en los buenos exponentes del género.

También hay que señalar que el diseño de actividades de recolección y mundo abierto no es siempre puntero que digamos. Hay misiones con diseño obsoleto -de las más pesadas- o confuso, que no están a la altura de los estándares. Por ejemplo, escaneamos varios Zafacolmillos para conocer una de las fantásticas especies autóctonas y una misión nos pidió volver a hacerlo de nuevo con otro escáner, perdiendo mucho tiempo. También estuvimos en un puzle más de la cuenta porque el conducto de la nave que hacía falta era exactamente igual al generador que habíamos usado en la otra punta del planeta. Estas cosas y las demasiadas tareas de recadero, sobre todo cuando tienes que transportar un objeto pesado (y por tanto no puedes volar) hacen que Starlink tenga sus momentos aburridos. Mejorar en la variedad y gancho de las actividades, así como en los momentos cumbre de combate (con más y mejores jefes y desafíos de zona) es tarea desde ya para la inevitable segunda parte.

Es decir, la épica y la sensación de triunfo deberán estar más conseguidas (solo nos emocionan los combates contra titanes y acorazados), pero también es cierto que los sistemas concebidos son muchos y bastante bien ingeniados, y como ejemplo está ese rayo de arrastre/remolque que sirve para recoger objetos de todo tipo y que tanto usarás en tus horas de juego.

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Por otro lado, el lore creado para todo el juego sí es de nota. Hemos disfrutado aprendiendo de forma bastante sencilla sobre cada planeta, sus problemas, su fauna y flora y sus peculiaridades, y lo mismo con los personajes principales y secundarios (sobre todo con una quest muy acertada dedicada a sus vidas). El guion es correcto, la historia mantiene el tipo pese a su carácter juvenil y el genial doblaje tanto en inglés como en español adereza las escenas de animación y los muchísimos diálogos durante la partida. Sí, todos y cada uno de los diálogos están doblados al castellano, incluso los que son con el personaje más aleatorio y recóndito, y por si fuera poco, sorprendentemente, siguen funcionando aunque cambies de piloto y nave al vuelo, algo que ocurre mucho en Starlink y para lo que está preparado de forma magistral.

También te invita a ir probando nuevas armas y naves, y nosotros te recomendamos experimentar desde muy al principio de la partida para que, cuando te hagan falta, ya tengas unos cuantos héroes entrenados y naves/armas mejoradas. Siguiendo con la manía de los recursos que impregna toda la experiencia, en combate todo es cuestión de elegir los elementos correctamente, de saber que el fuego puede al hielo, que puedes hacer combos con cinética, estásis, gravedad... y así con los diversos tipos de enemigos que van apareciendo. Muchas veces modificar todo el armamento y prepararte como es debido es tan divertido como el combate en sí, que suele ser de machacar más que de pilotar. Asimismo te recomendamos descargar materiales en las refinerías y otros puntos de comercio de forma periódica, para evitar el molesto mensaje de "inventario lleno" y organizar un poco mejor tus mejoras.

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Nintendo Switch y el plus de Star Fox

Hemos jugado en Nintendo Switch por aquello de disfrutar del escuadrón Star Fox, que resulta encajar perfectamente en este universo, con sus diálogos adaptados, sus apariciones estelares (por supuesto, Wolf está en el ajo con los malos), sus frases de siempre, su música y sonido, sus escenas de animación y hasta su propia questline perfectamente integrada.

Además, a nivel técnico el juego funciona bastante bien en la híbrida (mejor en TV que en modo portátil), teniendo en cuenta que pone mundos abiertos en pantalla tan bellos y detallados como Sonatus. Si tienes varias consolas, piensa que el extra exclusivo de Fox McCloud y compañía tiene bastante peso y un fan-service muy obvio (aparte de acoplar los Joy-Con en el soporte o poder jugar en portátil), pero evidentemente perderás algo de detalle visual.

En conclusión, quitando los momentos menos inspirados de grinder, lo hemos pasado muy bien jugando a y con Starlink: Battle for Atlas, con y sin juguetes, y seguiremos jugando bastante más. Tiene una fantasía rica, muy bien elaborada, y si bien harás demasiado de recadero, al final consigue alcanzar esa monotonía adictiva propia de los action-RPG basados en recursos. Su parte de juguete es un extra tan alucinante como no requerido para avanzar, y por su propuesta general, con estilo toon juvenil alejado de la violencia explícita, bien puede ser el nuevo mejor "mi primer juego de mundo abierto". Además, hay que premiar iniciativas como Starlink, ambiciosas pero saliendo de los estilos de siempre.

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08 Gamereactor España
8 / 10
+
Los montajes, tanto físicos como in-game, son una pasada. Gran profundidad y muchos parámetros de personalización. Un universo rico con guion y voces en español a la altura. Este toys-to-life no es pay-to-win. Star Fox se siente como en casa.
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Algunas misiones son un pelmazo. Varios objetivos y explicaciones confusas. Falta el punch de los mejores arcades de naves. Varios picos de dificultad.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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