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Yakuza 6: The Song of Life

Yakuza 6: The Song of Life - impresiones

Nos tatuamos a fuego la piel para vivir las primeras horas en esta vida variada como miembro de la yakuza.

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La serie Yakuza ha sabido granjearse un público en Japón desde la era de dominación de PlayStation 2, pero nunca ha logrado calar tanto en Occidente. Al principio era Sega quien no daba un trato acorde a la calidad y el presupuesto de estos grandes proyectos al título, y después puede que haya hecho efecto la barrera emocional, haber entrado tarde en un universo que parecía que ya se había escapado en el tiempo. Sin embargo, se nota el esfuerzo de los últimos años por gustar y llamar la atención, algo que nos lleva a plantearnos si Yakuza 6: The Song of Life será por fin el título que lo logre.

Puede que lo pensemos porque, tras jugar las primeras horas, hemos podido comprobar que han trabajado muy bien el recibimiento de nuevos jugadores. El comienzo es un repaso a los hechos del pasado, una puesta al día centrada en el gran protagonista de la saga, Kazuma Kiryu, y sus relaciones personales y familiares.

Kiryu es un hombre de honor y por eso ha aceptado una condena de cuatro años en prisión que le garantiza una salida temporal de esa vida y garantiza que su orfanato en Okinawa no se hunde con él. Haruka, una idol pop japonesa, ha anunciado que abandona los escenarios y ha declarado públicamente su apoyo al exyakuza. Pero las cosas no le van a salir como esperaban, porque a su regreso al orfanato la prensa airea este lado de su vida y decide abandonarlo. El juego empieza tres años más tarde, con la salida del protagonista de prisión y su dramático encuentro con Haruka, porque jamás imaginó que podría ser así.

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Yakuza 6: The Song of Life

Resumido podría parecer el argumento de una telenovela de las tardes de La 1, y quizá no estemos tan desencaminados. Yakuza es un cóctel raro pero intrigante, una versión a la japonesa del estilo GTA, con sus personajes extravagantes pero atractivos y sus actividades para vivir el día a día a través de actividades. Se aferra a la cultura de Japón y consigue transmitir una autenticidad pura (pasear por Kamurocho es una pasada), aunque haya elementos que no sean del gusto de los extranjeros. Por ejemplo, hay una primera toma de contacto con un minijuego de chatear que aquí nos lo podemos tomar como algo muy friki. Lo bueno es que son totalmente opcionales.

Quienes han jugado entregas anteriores van a reconocer muchas de las actividades y se van a poder sorprender con otras nuevas como la cafetería con gatos, que incluso tiene su propia trama secundaria. Las misiones alternativas son las que engordan el universo Yakuza, pero no son sólo relleno. También hemos tenido tiempo de jugar una pequeña historia aparte sobre la mayor fan de Haruka, una jovencita desesperada por encontrar unos productos de su idol que han retirado del mercado cuando saltó la noticia de su conexión con la yakuza.

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Y eso que todavía no hemos hablado de nuestra primera visita al Club Sega en Kamurocho. Dentro de Yakuza 6 hay un salón recreativo que es una auténtica consola virtual con clásicos de todas las épocas del pasado de la compañía, desde Puyo Puyo a Virtua Fighter 5 (incluso con multijugador para dos personas). Todavía no sabemos todo lo que esconde este club, pero se dice que hay algo de Shenmue esperando.

Yakuza 6: The Song of Life
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Kiryu es el ejemplo de esa persona que haga lo que haga siempre acaba metida otra vez en líos. Odia la vida mafiosa y lo que provoca en aquellos que le importan, por eso sus peleas siempre son a regañadientes y manteniendo una calma estoica. Maldice Kamurocho para sus adentros, y como ha estado un tiempo fuera de juego, los viejos del lugar se siguen riendo de él. Su situación es tal que hasta llegas a sentir un poco de pena por él, aunque se le ve bastante bien para ser alguien que se ha pasado la vida entre los líos de la yakuza y la cárcel. Esta ambientación y esta trama construyen el hilo conductor entre esos minijuegos y esas pruebas que hay que ir superando, unos más estúpidos y otros más complejos.

Es cierto que la primera hora de juego no es muy representativa del título final, porque te la pasas entre vídeos y diálogos para ponerte al día y una toma de contacto con las mecánicas. Es entonces cuando el juego por fin te deja libre por Kamurocho y cuando te das cuenta de lo fácil que es entender el sistema de combate a pesar de su enorme variedad de situaciones. La clave está en la interacción con el entorno durante las peleas. En Yakuza 6 puedes coger a los enemigos y un montón de objetos de alrededor, porque podría apetecerte estampar un cono de tráfico en la cara a esa tipo que lleva esas gafas tan hortera. Solo pudimos echar un ojo a cómo van a ir evolucionando las habilidades y técnicas, pero parecía que iba a ser un sistema profundo.

Aunque prácticamente no hemos podido hincar el diente en la carne magra, la primera impresión es que Yakuza 6: The Song of Life va a dar un gran salto de calidad respecto a las entregas anteriores. Algo tendrá que ver que es el primero desarrollado solo para PS4, sin la rémora que ha supuesto PS3 hasta la fecha. Esa ambientación nipona tan auténtica, esa variedad tan rica de personajes que te hace no evitar ninguna conversación y esa mecánica de lucha tan amena son unos puntos muy favorables para que, como le acaba de pasar a Monster Hunter, la serie por fin enganche al jugador occidental.

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